"Chance favors the prepared mind"
– Louis Pasteur

jueves, 6 de septiembre de 2007

Noche de Primavera

La ropa estorba en esa situación. Tal lecho no conoce el frío, solo el calor natural de los enamorados que reposan en él. Una cámara fotográfica escondida en el armario se arrepiente de no poder presenciar el magnífico encuentro, pues en ese momento la pareja es una verdadera obra de arte. El hombre le susurra secretos de amor, mientras la mujer cierra los ojos y esboza una sonrisa pícara. Ella también susurra palabras cálidas que atraviesan la mente del joven cual cuchillo sobre mantequilla. Están cegados del deseo ardiente de unir su piel y sus bocas en un ritual imperecedero. Ambos han esperado ansiosos aquel momento. Las manos de él recorren su piel blanca y suave. El cuerpo de ella se mueve lentamente, siguiendo la bella armonía de su respiración y sus latidos, ambos acelerados al extremo. Sus bocas están deseosas de besar y morder hasta el último rincón del cuerpo de su amante… y esta noche aquello no será tan solo un decir. La temperatura sube a cada minuto. La piel de sus cuerpos desnudos se humedece y pequeñas gotas comienzan a patinar por sus largos cabellos. A través del vidrio de un par de copas de tinto, que reposan vacías en el escritorio, puede verse dos cuerpos se mueven como uno solo. Después de tales minutos de jugueteo, ella está lista para la unión de sus cuerpos, y él reconoce aquella señal etérea casi como un erudito del lenguaje. El contacto de sus sexos hace que desprendan dulces gemidos de éxtasis mientras siguen besándose. Ella lo abraza fuerte; ahora son uno solo y se mueven al son de una música invisible para los demás, pero fuerte y clara para ellos. Él se apoya sobre ella y concentra toda su fuerza en sus brazos y en su pelvis, hipnotizado por el roce y la fricción de aquel contacto, mientras que ella usa sus manos para brindarles placer adicional y llevar el ritmo de la orquesta, con el fin de que ambos lleguen al ápice del deseo. Por un momento dejan de ser humanos y se convierten en animales, salvajes y sedientos. La noche transcurre rápida y sabrosamente. El delicioso orgasmo que llega es incomparable con los del pasado, una erupción de gozo capaz de alcanzar las estrellas. Esos segundos fugaces de delirio capaces de saciar la sed acumulada por años. Por más furtivo que sea, los vuelve perfectos entre si y los hace ver que han encontrado a su complemento, a su mitad. Una vez que el movimiento ha cesado y sus latidos se han normalizado, el tiempo se detiene y los amantes se sumergen en un profundo trance. Después de aquella experiencia inolvidable, sus ojos vuelven a encontrarse entre tal desorden. La pareja sonríe con el encuentro de esa mirada tierna. En el fondo siguen siendo niños.